lunes, 13 de febrero de 2012


SE ENCIENDE LA CRISIS, SE APAGA EL PLANETA

Desde 2008, el planeta vive sumido en una crisis que ha llegado a impregnar todos los ámbitos de la vida cotidiana. Desde recortes en la educación a descensos generalizados en el consumo de bienes de ocio o de los productos que no son de primerísima necesidad, el globo mantiene un pulso con la recesión y el déficit para llegar a la meta de la recuperación, de los primeros buenos resultados financieros tras las crisis y de las esperadísimas noticias positivas en bolsa y bancos.
            Muchos sectores se han visto afectados por la falta de liquidez económica para sacarlos adelante y, con ello, muchas buenas iniciativas se han echado por tierra a favor de limitar ayudas, reducir subvenciones y ganar en fondos públicos.
            Uno de ellos es el sector de la energía. La energía, necesaria para mover los coches, para disfrutar de agua caliente en la ducha o para que se encienda el televisor del salón, puede partir de multiplicidad de fuentes. Las hay de fácil extracción, de difícil, de una considerable carestía para lograr producirlas, las hay que prometen respetar el medio ambiente cuando nuestros hijos pueblen el planeta y, por desgracia, también hay las que nos sirven ahora, pero que terminarán por destruir el ecosistema en el que vivimos lenta y drásticamente.

            En la actualidad, España depende en gran medida de las reservas de energía que exporta, lo que supone que depende ciegamente de los precios que sus colegas internacionales estipulen para el barril de crudo o el metro cúbico de gas natural. La escasez de recursos energéticos ha condenado al sistema español a depender de las exportaciones internacionales para abastecer sus carencias.
Antes del comienzo de la crisis, en 2007, cuando ya se gestaba el mal mundial que afectaría a la población unos meses más tarde, el país consumía un total de 1.573.000 barriles de petróleo. Un año después, en 2008, ya superaba 1.600.000. Sin embargo, a partir de ese año, el consumo comienza a descender, reduciéndose a 1.482.000 barriles el año pasado.
            En 2009, tras el comienzo de la crisis, España se gastaba en petróleo 22 millones de euros. El año pasado, en pleno déficit, el gobierno se gastó tan solo un millón menos, superando el 2% del producto interior bruto.
            Con el gas natural más de lo mismo. Alcanza su máxima cota de consumo en 2008, con 34.430 millones de metros cúbicos consumidos. El año pasado, se redujo a 33.380 millones. El consumo de gas natural supone el 17,8% del consumo de energía primaria en España. En 2010 fue la principal fuente de generación eléctrica.
            El consumo de carbón autóctono también ha bajado de forma significativa desde 2007. En 2009, este mineral sirvió para producir el 12% de la energía total producida en España. El año pasado, alcanzó menos del 4%. La entrada del gas en la industria energética y el problema medioambiental que acarrea el uso del carbón por su emisión de dióxido de carbono a la atmósfera, auguran un futuro carbonizado para el mineral.
            Las diferentes áreas de producción de carbón se encuentran distribuidas en Asturias (hulla y antracita), Castilla y León (hulla y antracita), Andalucía - Castilla la Mancha (hulla y antracita), Aragón - Cataluña (lignito negro) y Galicia (lignito pardo). Se trata de una industria históricamente importante en determinadas regiones, de la que además depende el empleo de muchos trabajadores, a pesar de que se encuentra en recesión desde la modernización del mercado y las tecnologías energéticas.
Por su parte, desde el año pasado, la Unión Europea insiste en terminar con la industria carbonífera prohibiendo las primas y subvenciones para producir este tipo de energía. Tras las quejas y las reticencias del entonces gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, la Comisión Europea ha apostado por permitir las ayudas del estado a la industria pero solo hasta 2014, y bajo estrictas condiciones que obligan al cierre de toda la minería deficitaria que tenga Europa. Un conflicto de intereses entre la Comisión Europea y el gobierno español en el que el medio ambiente o la limitación de los recursos que estamos agotando parece lo menos importante.
En su ambición por mantener la industria a flote, Zapatero se ponía nervioso ante las medidas que trataba de imponer Europa.        
El 17 de Septiembre de 2010 El País publicaba:

José Luis Rodríguez Zapatero urgió ayer al presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durão Barroso, a que acelere los trámites para dar luz verde al decreto que regula las ayudas públicas al consumo de carbón nacional. Zapatero charló brevemente con Barroso al inicio del Consejo Europeo extraordinario celebrado en Bruselas, mientras los mineros se movilizaban en España por el futuro del sector y el cobro de sus salarios.


Es decir, que mientras miles de trabajadores de la industria del carbón temían por su puesto de trabajo, los directivos del gobierno se centraban en salvaguardar sus beneficios en la industria del carbón. Y como con eso, con todo. El empeño por mantener a toda costa la industria energética de combustibles fósiles y centrales nucleares mantenía un firme propósito económico por parte del gobierno.
No obstante, y aunque algunos paises como España parecían no tener mucha fe en ello, poco a poco las energías renovables iban haciendo su aparición en el plano industrial. Desde 1997, con el protocolo de Kioto en pleno escenario internacional, la energía solar, eólica, hidráulica… lanzaban un mensaje de optimismo a los defensores del medio ambiente y a los preocupados por el futuro del planeta y su energía. Reducir las emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera y frenar el efecto invernadero se convertían en principales objetivos de los Ministerios de Energía.
El consumo de energía ha variado considerablemente desde la década de los 90. Aunque la energía renovable comenzó con poca fuerza, poco a poco se fue observando una disminución de los combustibles fósiles y nucleares a favor de energías limpias:




Las energías limpias, por su parte, prometían muchas ventajas:
-       Son limpias no generan residuos de difícil eliminación.
-       Su impacto ambiental es reducido. No producen emisiones de CO2 y otros gases contaminantes a la atmósfera.
-       Se producen de forma continua por lo que son ilimitadas. Estas energías proceden, en mayor o menor medida, del sol, por lo que su uso es inagotable.
-       Evitan la dependencia exterior ya que son autóctonas.
-       Son complementarias.
-       Equilibran desajustes interterritoriales.
-      Impulsan las economías locales con la creación de cinco veces más puestos de trabajo que las convencionales.
Hoy en día, las energías renovables representan el 20% de la energía total utilizada en España. Cabe distinguir la energía solar, basada en el aprovechamiento de la radiación solar para producir electricidad y calor; la energía eólica, basada en la cinética del viento; la hidráulica, que se aprovecha de la energía generada por los diferentes niveles de los cursos del agua, aunque su potencia debe ser controlada, pues a partir de los 10 Mw el coste medioambiental de producirla es superior a la rentabilidad que supone su uso. Por último está la biomasa, un combustible formado por materia orgánica renovable de origen vegetal y que resulta de la transformación en residuos biodegradables o cultivos energéticos.
En España, donde crece cada vez más este consumo, las energías sostenibles ofrecen trabajo a miles de personas, ahorran en salud para el medio ambiente y convierten el mercado de la energía en algo menos tóxico que lo que solía ofrecer el carbón o el petróleo.
En 2011, el Consejo de Ministros español aprobaba el Plan de Energías Renovables 2011-2020, que rezaba en sus primeras páginas:

La principal conclusión de estos estudios es que el potencial de las energías renovables en España es amplísimo y muy superior a la demanda energética nacional y a los recursos energéticos de origen fósil existentes. Las energías renovables son el principal activo energético de nuestro país.


Es decir, desde el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero se hacía un llamamiento a la ayuda del medio ambiente y a mantener las energías limpias como principal fuente de suministro en España. La principal fuente de energía, como aseguran, es la solar, seguida de la eólica y la hidroeléctrica.
 El objetivo mínimo obligatorio del 20% para la participación de las energías renovables en el consumo final de energía en España para el año 2020 era el punto de partida para la determinación del objetivo a proponer en este Plan de Energías Renovables.
Además del factor medioambiental, la consecución del Plan se supone incrementaría el Producto Interior al depender menos de mercados exteriores y, por otro lado, en cuanto a creación de empleo, pues se estima que el empleo total vinculado a las energías renovables en el año 2020 sería de 300.000 empleos directos e indirectos. Es decir, un conglomerado de ajustes energéticos para instaurar al país en una nueva dinámica de riqueza nacional y medidas respetuosas con el medio ambiente.

 ¿Cómo afecta esta situación a España?

A nivel de comunidades autónomas, las principales comunidades productoras de energía eólica son Castilla La Mancha y Castilla León, ésta última con más de 4.800 Mw de potencia generada. Galicia, en tercer lugar, y con casi 3.300 Mw cuenta con 2.876 centrales eólicas, una aportación del 8% al Producto Interior Bruto y la generación de 10.500 puestos de trabajo directos y más de 22.000 indirectos. La energía hidráulica, sigue un curso similar, con especial atención a esta fuente por parte de Castilla León con 354 Mw generados en 2010. Por detrás, Aragón y Cataluña.
La energía solar, por su parte, tuvo un revés en 2008. La Comisión Nacional de la Energía detectó más de 4.000 instalaciones solares que estaban llevando a cabo un fraude. Unas 4.189 instalaciones fotovoltaicas agrupadas en 1.447 huertos solares que debían generar el 13,3% de la potencia eléctrica solar española y, sin embargo, no estaban produciendo nada.
Parece que, a pesar de encontrarse en un momento de auge, las energías renovables también iban a ir doblegándose poco a poco. Las peores noticias para una industria que respeta el mundo en el que vivirán nuestro hijos y que, además, genera puestos de empleo, llegaba este año.
Con el recién instaurado gobierno del Partido Popular, el equipo de Mariano Rajoy comenzaba a dar pasos en falso en esta industria. Por un lado, retirando los incentivos económicos que estaban percibiendo las nuevas instalaciones de producción de energía eléctrica mediante cogeneración y las fuentes de energía renovables. La industria energética, que ya contaba con una mala gestión por parte del gobierno socialista predecesor, se encuentra ahora también con las trabas del Consejo de Ministros actual.
Mientas Europa lucha por reducir las emisiones de dióxido y apuesta por las energías renovables como alternativa a las tradicionales, España recorta ayudas y reduce subvenciones a estas energías, solo para salvaguardar el interés económico de las empresas del sector que se enriquecen con la industria tradicional.
Por otro lado, el decreto Ley 1/2012 que el gobierno central puso en marcha el pasado mes de enero y que pasa por suprimir las primas que deberían recibir las nuevas centrales eléctricas con régimen especial, es decir, eólicas, fotovoltaicas, termosolares, biomasa, cogeneración, hidráulicas y las que generan energía a partir de residuos. Con el fin de reducir el déficit, el gobierno ha anulado el sistema por el que las empresas de energías sostenibles recibían ciertos incentivos para poder funcionar y producir forma eficiente.
Que las energías renovables tienen un mayor coste de producción no es nada nuevo. Se sabe desde siempre, y desde siempre se ha planeado reducir el consumo de energías tradicionales a favor de cuidar el medioambiente y de generar menos residuos a la atmósfera. El gobierno cree, sin embargo, que reducir deuda de este sector es una manera lícita de ahorrar.
Y el problema es que España lleva años generando empleo en este sector, financiando proyectos verdes y creando centrales de energías “limpias” para, ahora, echarlo todo por la borda de un plumazo.
Las consecuencias para España son dispares. En la comunidad de Andalucía, por ejemplo, las consecuencias serían aterradoras para los tiempos que corren. Los recortes del gobierno supondrán, según la Junta de la comunidad, la pérdida de 51.000 empleos directos y 14.700 millones de euros que se iban a invertir en 264 instalaciones. Reducir deuda y, con ella, futuros puestos de trabajo, o lo que es lo mismo “pan para hoy, hambre para mañana”. El presidente de la Junta, José Antonio Griñán, considera “una amenaza terrible” para muchas regiones andaluzas en materia de energía y de retroceso en cuanto a todos los objetivos que se habían alcanzado hasta el momento.

                         
Frente a la creencia de que generar energías limpias es más caro, Cristina Narbona, ex Ministra de Medio Ambiente, sentenció hace unos días que "las subvenciones al carbón, al petróleo y a la energía nuclear acaparan 50 veces más recursos públicos que las renovables". De la decisión del gobierno de eliminar las primar a las centrales de energía renovables, la ex ministra cuestionaba hace unos días tal decisión:
"es cuestionable que a la hora de reducir el déficit tarifario se penalice a las energías renovables en lugar de a tecnologías más maduras como la nuclear, o la hidroeléctrica”. Y criticó “los grandes beneficios de estas dos últimas formas de generación "por el sistema de fijación de precios del sistema eléctrico español".

            Protermosolar, la Asociación Española de la Industria Solar Termoeléctrica, ha propuesto a la Comisión Nacional de Energía once medidas cuya aplicación supondría en conjunto una reducción de 17.300 millones de euros del déficit de tarifa. Dicho déficit es el que ha provocado la caída de las primas. El objetivo es encontrar alternativas para la industria energética y evitar difundir la idea de que las energías renovables son tan costosas en su recolección que generan demasiadas pérdidas para España.   En cuanto a las medidas que reduzcan el déficit anual, la asociación propone bajar la remuneración a las centrales nucleares e hidráulicas, que supondría un ahorro de 3 millones de euros al año. Falta saber que dice el gobierno actual sobre estas medidas.
            Otra de las comunidades que se verá especialmente afectada por este tratado contra las energías renovables es Galicia. Tras el anuncio de las primas realizado por el Ministro de Industria, José Manuel Soria, la comunidad gallega permanece en vilo ante el futuro de sus centrales. La fuente de energía más afectada por estas medidas en Galicia sería la eólica. En total  2.325 megavatios que, con la suspensión aprobada por el Gobierno español, no tendrán derecho a primas, pues estos megavatios aún no habían entrado en el registro de preasignación. Ante la preocupación de la Xunta de Galicia, Soria solo respondía:

 "La mayor parte de las comunidades han planteado excepciones, unas a la biomasa, otras a la energía eólica, a la cogeneración, otras a las termoeléctricas, pero si se establece una excepción para una comunidad, ¿cuál es el fundamento para no establecer excepciones para las demás?     

            Está claro que en España no se hacen excepciones, sobre todo si el beneficio económico no va a ser suficiente para olvidar las medidas impuestas en tiempos pasados. Que el planeta vive sumido en un efecto invernadero que hace peligrar su futuro a largo plazo es una verdad conocida por todos y reivindicada constantemente por organizaciones verdes y ecológicas. El llamamiento solo ha servido para maquillar un poco la realidad. Tras años de lucha, de protocolos, de Planes de energía y de estudios sobre energías menos dañinas, el gobierno pone nuevas trabas.
           
            Estas medidas y sus repercusiones no solo afectan a los puestos de trabajo que se perderán con el cierre de centrales y sistemas energéticos, sino que el recorte de subvenciones también supone el recorte de ayudas a la investigación en materia de energías renovables y sostenibles. Esto supone un salto cualitativo pero hacia el pasado. Todas las medidas que se llevan ejecutando desde hace años para modificar el sector energético en España parece volverse ahora en nuestra contra.
Resulta obvio que la solución principal al problema del sector energético pasaría por reducir el gasto de energía, pero siendo realistas, esta cuestión no parece fácil de aceptar en los tiempos que corren. Habrá que buscar, por tanto, la manera de reconducir la industria y de materializar el consumo enfocado hacia energías limpias y perdurables en el tiempo.
Además de reducir las subvenciones a las empresas, cientos de estudios se destinan a desarrollar nuevas fuentes de energía que sean sostenibles y menos perjudiciales. Es el caso de energías como la mareomotriz, por ejemplo, objeto de muchos estudios y que, sin embargo, también van a ver reducido su poder de financiación y, consiguientemente, su eficiencia en materia de nuevas salidas energéticas.
Otro de los afectados va a ser el consumo particular. Mientras las primas del gobierno subvencionaban grandes extensiones de terreno dotadas de fuentes de energía, como paneles solares, muchos particulares derivaban parte de esa energía a empresa de eléctricas y se beneficiaban de la comercialización de energía que creaban en su propio terreno. Todos ellos se verán afectados por los recortes.
Una de las legislaciones que distingue a España de otros países de la UE es la gestión de energía por parte de los particulares. Aquellos que poseen sistemas de energía propios, como la geotérmica o la solar, tienen que gastarse mucho dinero en construirlos, pues el coste de instalarlos es alto, no obstante, a la larga resultan rentables al no tener que acudir a otra fuente de energía para subsistir.
El problema español radica en que, mientras en otros países se permite la comercialización del excedente de energía a terceros, en la península eso no ocurre. O se usa toda, o se desecha vamos. Otro sector más que se verá afectado por los recortes a las energías renovables. La liquidación de esas ayudas no solo va a repercutir a las empresas, sino a los pequeños empresarios y a los individuos que se valían de energías renovables para consumo propio.

CONSLUSIÓN

En conclusión, la capacidad de autoabastecimiento de electricidad y calor, se incrementó considerablemente en 2009, por la bajada del consumo de electricidad derivada de la crisis económica y por el auge de las energías renovables, lo que a su vez provocó la bajada de las importaciones tanto de carbón, como de gas natural.
Las energías renovables tienen un papel fundamental en el escenario energético mundial, europeo y español, sin embargo, sigue siendo necesario el apoyo de la política nacional y comunitaria para dar salida a las nuevas propuestas de energía sostenible.
Las iniciativas llevadas a cabo por el anterior gobierno y las medidas que ya ha impuesto el recién estrenado equipo de Mariano Rajoy no auguran un futuro muy alentador para las energías renovables, sostenibles en el tiempo y respetuosas con el medio ambiente. Derivadas de estas medidas miles de puestos de trabajo se verán afectados por el recorte a las subvenciones en este sector y las iniciativas de consumo propio serán, cada vez, un propósito de difícil ejecución.
De cara al futuro, las investigaciones y estudios para desarrollar nuevas energías también perderán fuerza por lo que, en contra de lo que cabría esperar en pleno 2012, la realidad se encamina más a los tiempo en que se picaba carbón en las minas que al que entiende las energías renovables como una forma de ahorrar dinero, de generar recursos sostenibles y de permitir el autoabastecimiento por parte de los particulares.  

           
BIBLIOGRAFÍA

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