domingo, 12 de febrero de 2012

La política española frente a la crisis económica: La derrota de Zapatero y la victoria de Rajoy


CRISIS ECONÓMICA / POLÍTICA NACIONAL

La política española frente a la crisis económica: La derrota de Zapatero y la victoria de Rajoy


Los últimos años nuestro país ha estado caracterizado por muchas cosas; Hemos ganado el Mundial de Futbol en Sudáfrica, se han retirado las tropas españolas de Irak, el Papa Benedicto XVI ha visitado varias ciudades y la situación del terrorismo de ETA está a nada de desaparece; pero sin duda una de las cosas que ha marcado la situación española de los últimos años, ha sido la gran crisis económica.


Se han perdido millones de puestos de trabajo, muchas tiendas y empresas han tenido que cerrar sus establecimientos por falta de liquidez (la última de ellas la aerolínea Spanair), los jóvenes recién licenciados han huido del país para intentar hacerse un hueco en el extranjero, los comedores sociales cada vez estaban más abarrotados y millones de personas se han ido a la calle… y la pregunta es ¿Quién es el responsable de todo esto? Las respuestas son infinitas.

En 2004 José Luis Rodríguez Zapatero llegaba a la presidencia del Gobierno, obteniendo la victoria en las elecciones, aunque sin alcanzar la mayoría absoluta. Alcanzando 164 escaños y un 43,27% de los votos emitidos se hizo con La Moncloa, frente a los 146 escaños y 37,81% de los votos del PP.

Su primera legislatura duraría 4 años, durante los cuales, su Gobierno llevaría a cabo la retirada de las tropas españolas de Irak, el envío de tropas a Afganistán y la promoción de la Alianza de Civilizaciones. La estabilidad política y económica del período 2004-2007 permitió el desarrollo la Ley de la promoción de la autonomía personal y atención a las personas en situación de dependencia, la Ley para la igualdad efectiva entre mujeres y hombres, una nueva regularización de inmigrantes, el intento de proceso de paz con ETA, la Ley antitabaco o la reforma de Estatutos de Autonomía, como el de Cataluña.

En 2008 Rodríguez Zapatero volvió a hacerse con la victoria en las elecciones. Su segundo mandato (de 2008 a 2011) estuvo intensamente marcado por el impacto de una crisis económica mucho más grave y profunda de lo previsto por su Gobierno y por la mayoría de organismos económicos internacionales.

Este período de recesión, agravado por el colapso del sector financiero y por la debacle del sector inmobiliario (principal motor económico y laboral de España en los quince años previos) conllevó un brusco deterioro de la economía nacional y un rápido crecimiento del desempleo.

Ante esta situación la reacción del Gobierno de Rodríguez Zapatero no fue la más adecuada, y es que el Ejecutivo no admitió que el país sufría una crisis hasta bastante tiempo después. De hecho si nos centramos en una entrevista recogida por la Agencia EFE el pasado 21 de febrero de 2008 literalmente las palabras del entonces presidente recogían lo siguiente: “La economía del país vive una desaceleración, pero no una crisis y menos una recesión”. A partir de este momento la oposición liderada por Mariano Rajoy comenzó a hacerse eco de las medidas del PSOE y empezó reaccionar frente a las palabras del Ejecutivo argumentando la mala gestión de éste. La situación fue a peor; el déficit público registró unos niveles muy altos, el número de desempleo siguió aumentando y la preocupación de los ciudadanos españoles ante la pérdida económica era mucho mayor.

Como consecuencia de ello, el 29 de julio Zapatero compareció en rueda de prensa tras el último Consejo de Ministros del semestre anunciando la convocatoria de elecciones generales anticipadas para el 20 de noviembre del mismo año, era la séptima vez que tenía lugar un adelanto electoral desde la llegada de la Democracia. Esta vez el encargado de enfrentarse a la oposición de Mariano Rajoy no era otro que Alfredo Pérez Rubalcaba, hasta entonces vicepresidente primero del Gobierno, ministro del Interior y portavoz del Gobierno.

Parecía que el cambio estaba cerca, el 20 de noviembre era una fecha señalada en el calendario. Después de varios años de despidos, la cosa podría cambiar. Ambos candidatos centraban sus miradas hacia el Palacio de La Moncloa; Comenzaba la X Legislatura de la democracia con un claro objetivo: La crisis económica.

Campaña Electoral
El pasado 4 de noviembre los principales candidatos a la presidencia, iniciaban sus respectivas campañas electorales, para las elecciones generales del 20 de Noviembre. Mariano Rajoy y Alfredo Pérez Rubalcaba, ponían en marcha con sus planes de gobierno, la carrera final hacia el Palacio de la Moncloa.

Así durante su primera intervención celebrada en Cataluña, el candidato del PP a la Presidencia del Gobierno, Mariano Rajoy, presentaba a su partido como el cambio "urgente" de personas y de políticas que necesitaba España para afrontar la recuperación económica, y crear riqueza y empleo. “Ante la situación de urgencia nacional que atraviesa España, es necesario un gobierno fuerte, que no divida, que actúe con valentía y diga la verdad”, señalaba.


Por ello, ante cerca de 2.000 simpatizantes, advertía de que lo que estaba en juego el 20 de noviembre era si España continuaría como hasta ese momento, o conseguiría un gobierno con unos objetivos marcados que ayudarían al país "a ver la luz al final del túnel". Rajoy contraponía su actitud con la de un PSOE, que aseguraba "no ha dicho la verdad a los españoles, no ha sabido gestionar la economía y no se merece una nueva oportunidad".


Por su parte, unas horas más tarde y en Alcalá de Henares, el candidato del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, llamaba a los socialistas a "correr más que el PP" en la "recta final" de la campaña electoral subrayando que, aunque el PSOE entró en ella por detrás de los 'populares', "lo importante no es cómo se entra en la recta final, sino en la meta”. "Hemos entrado en la recta final y no os voy a engañar, vamos por detrás. Pero todos sabemos que lo importante es la meta y para ganar hay que correr más en la recta", manifestaba el líder de los socialistas mientras defendía encendidamente la sanidad y la educación pública.


El 8 de Noviembre de 2011 se convertiría en uno de los momentos clave de la campaña electoral de Mariano Rajoy y Alfredo Pérez Rubalcaba; era el día del Cara a cara televisado de ambos candidatos. Todos los medios de comunicación enfocaban sus cámaras, grabadoras y micrófonos al palacio de Congresos de la Comunidad de Madrid, donde Rajoy y Rubalcaba iban a proponer, defender y explicar muchas de las soluciones para la creación de un nuevo gobierno, capaz de solucionar todas las inquietudes que preocupaban a los españoles.


Un total de 90 minutos en los que los candidatos a la presidencia abordarían tres bloques importantes: uno de 40 minutos sobre Economía y Empleo, un segundo sobre Políticas sociales (30) y un tercero de Democracia y política exterior (20).


El encargado de inaugurar el debate fue Mariano Rajoy, quien centrado en el problema económico y dispuesto a acatar la crisis, defendía un cambio necesario para "detener la caída, luego crear empleo y asegurar de verdad las pensiones, la sanidad y la educación".


En concreto, se limitó a explicar la situación, donde el número de parados estaba cerca de los “cinco millones", "las deudas acumuladas eran inmensas” y la economía había sufrido “mucho daño” debido a que el Gobierno no había sido “capaz de corregir la situación".


Rubalcaba por su parte, dejaba claro a los españoles que PSOE y PP tienen dos modelos distintos para salir de la crisis y que de ser de una forma u otra dependía el futuro de España. Además, el líder socialista precisaba que sus únicas preocupaciones eran buscar un gran acuerdo con partidos, sindicatos e instituciones para la "gran causa nacional"; reorientar la economía con "equilibrio entre el control del gasto público y los incentivos necesarios para crecer y crear empleo" y "garantizar la seguridad de los españoles", especialmente sanidad, educación y pensiones.


Varios días más tarde, Madrid se convertía en la región elegida por Rajoy y Rubalcaba para intentar arañar los últimos votos en dos grandes actos. Tras recorrer multitud de ciudades españolas, se acababa una campaña marcada por las crisis económica, las acusaciones de silencio a Mariano Rajoy, y el recurso a la vieja guardia socialista por parte de Rubalcaba.


Para ello el líder popular eligió el Palacio de Deportes de la Comunidad de Madrid, al que acudieron un total de 15.000 simpatizantes. Rubalcaba aterrizaba en Madrid tras un 'sprint' final en Andalucía, con dos paradas en Huelva (la capital y Punta Umbría), una en Lebrija (Sevilla) y una en Jerez de la Frontera (Cádiz). Por su parte el, en ese momento presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, se despedía de sus votantes en una cena mitin en León, después de dos semanas de breve campaña.


El día de las elecciones, se acercaba cada vez más. Después de la pérdida de millones de puestos de trabajo, un aumento de la deuda pública, protestas, cambios y reformas en la sanidad y la educación, el 20 N estaba a la vuelta de la esquina y los ciudadanos de toda España tenían acudir a las urnas para elegir al que, varios días después, de convertiría en el Presidente del Gobierno.
El 20 N; Rajoy se hace con la presidencia del Gobierno

Los resultados de aquel 20 de Noviembre tardaron muy poco en salir a la luz. Independientemente de las encuestas anteriores al 20N, que también mostraban al PP como claro vencedor, Mariano Rajoy ganó las elecciones con una mayoría absoluta que le dio un mandato claro para intentar hacer frente a la grave crisis económica. Los resultados además mostraban que por su parte, Alfredo Pérez Rubalcaba no solo no fue capaz de levantar la pesada losa del legado de José Luis Rodríguez Zapatero, sino que llevó al PSOE al peor resultado de su historia, muy por debajo de la ‘línea roja’ que marcó Joaquín Almunia.

No hubo sorpresas de última hora. El PP, según los sondeos a pie de urna, lograba la mayoría absoluta con 186 escaños. Sin llegar al techo que le prometía una muy cocinada macroencuesta del CIS, Mariano Rajoy conseguía, al tercer intento, llegar a la Moncloa con el mejor resultado logrado nunca por el Partido Popular.

Esa misma noche el presidente electo, Mariano Rajoy, comparecía en Génova para agradecer de todo corazón a los ciudadanos que le habían depositado su confianza. Así Rajoy aseguraba que gobernaría “al servicio de España y su españoles”. ”No habrá para mi otros enemigos que el paro, el déficit, la deuda excesiva y todo aquello que mantiene al país en críticas circunstancias", añadía.

Nos encontrábamos ante un cruce que iba a determinar el futuro de nuestro país en los próximos años. Mariano Rajoy había salido elegido presidente por todos aquellos españoles que sufrían la crisis económica y habían apostado por el cambio de Gobierno. Poco después el líder del Partido Popular se mostraba desde el balcón de la sede del partido en la calle Génova para saludar a los cientos de seguidores que celebraban su victoria en las elecciones generales. 



Le acompañaban su mujer, Elvira Fernández, además de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre; el alcalde de la capital, Alberto Ruiz-Gallardón; la número dos en la lista del PP por Madrid, Soraya Sáenz de Santamaría; la secretaria general, María Dolores de Cospedal, los vicesecretarios de Organización y de Comunicación del PP, Ana Mato y Esteban González Pons, respectivamente, y el portavoz 'popular' en el Senado, Pío García-Escudero. 

Así el líder del PP aseguró que "lo mejor" que tiene España son los "46 millones de españoles que conseguirán dar la batalla a la crisis".


Por su parte, el líder socialista aceptaba la oposición asegurando que el PSOE no había conseguido un buen resultado, y que “claramente” habían perdido las elecciones. “El partido estará a la altura y liderará la oposición de acuerdo con sus valores y convicciones, defendiendo los servicios públicos y los derechos y libertades conseguidos por los españoles” concluía Rubalcaba.


Varios días después (21 de noviembre) el líder del Partido Popular, Mariano Rajoy, juraba el cargo como nuevo presidente, durante un acto celebrado en el Palacio de La Zarzuela ante el rey Juan Carlos y el presidente del Gobierno saliente, José Luis Rodríguez Zapatero, quien le cedió el testigo como jefe del Ejecutivo.

Tras varios años bajo el mandato del PSOE, Rajoy había llegado a la presidencia: había conseguido mayoría absoluta y tomado posesión de su cargo frente al Jefe del Estado. Lo único que faltaba era conocer el nombre de aquellos que le iban a acompañar durante esta legislatura. Una vez más los medios de comunicación esperaban impacientes a que se publicaran desde La Moncloa los nombres de los futuros ministros que portarían las diferentes carteras y que iban a intentar sacar a España de la grave situación económica en la que se encontraba. A las siete de la tarde empezaron a salir los primeros nombres; Arias Cañete, de Guindos, Montoro… y poco a poco se fueron ocupando las plazas vigentes en los diferentes ministerios. El Gabinete del sexto presidente de la democracia estaría formado por:


Luis de Guindos, ministro de Economía y Competitividad, sustituye a Elena Salgado al frente de la cartera. Cristóbal Montoro, ministro de Hacienda y Administraciones Públicas. Montoro liderara un nuevo ministerio, que asumirá parte del gestionado por Elena Salgado en el anterior Gabinete. Soraya Sáenz de Santamaría, Viceprimera ministra, ministra de Presidencia y portavoz del Gobierno. Sáenz de Santamaría ocupa la cartera hasta ahora gestionada por Ramón Jáuregui. La nueva ministra también sustituiría a José Blanco en la portavocía. José Manuel García-Margallo, ministro de Asuntos Exteriores y de Cooperación, que pasa a ocupar la cartera gestionada por Trinidad Jiménez en el anterior Gobierno. Alberto Ruiz-Gallardón, ministro de Justicia, en sustitución de Francisco Caamaño. Pedro Morenés, ministro de Defensa. Morenés releva a Carme Chacón al frente del ministerio. Jorge Fernández Díaz, ministro de Interior, que ocupa el puesto de Antonio Camacho en el nuevo Gabinete de Mariano Rajoy. Ana Pastor, ministra de Fomento. Pastor obtiene la cartera gestionada por José Blanco en el ejecutivo socialista. José Ignacio Wert, ministro de Educación, Cultura y Deporte. Wert asume las carteras lideradas por Ángel Gabilondo (Educación), Ángeles González Sinde (Cultura). Fátima Báñez, ministra de Empleo y Seguridad Social, la encargada de gestionar la cartera hasta ahora en manos de Valeriano Gómez. José Manuel Soria, ministro de Industria, Turismo y Comercio. Soria asumirá parte de la cartera gestionada por Miguel Sebastián en el Gobierno socialista. Miguel Árias Cañete, ministro de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente. García-Margallo sustituye a Rosa Aguilar, anterior ministra de Medio Ambiente, Medio Rural y Marino en el anterior ejecutivo. Ana Mato, ministra de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, sustituyendo a Leire Pajín al cargo de dicha cartera.

Comienzan las medidas económicas


Nueve días después de jurar su cargo en La Zarzuela y pisar Moncloa, el Gobierno de Mariano Rajoy realizó su primer “tijeretazo. Con un déficit público del 8% del Producto Interior Bruto (PIB) en 2011, dos puntos por encima del 6% comprometido con los socios europeos y los mercados, y a la espera de que concretar nuevos presupuestos para 2012, El presidente popular llevaría a cabo un paquete de ajustes para reducir el gasto público en 8.900 millones.


La congelación del sueldo de los funcionarios en 2012 y la congelación del salario mínimo interprofesional en algo más de 641 euros, eran dos de las medidas que buscaban recortar el déficit y cumplir el objetivo marcado por Bruselas, situado en un 4,4% para 2012. Rajoy, que en su discurso de investidura pronunciado el pasado 19 de diciembre se comprometía a rebajar en 16.500 millones de euros el déficit en España, impulsaba así un paquete de medidas de ajuste obligado por las circunstancias y por la herencia mayor de la prevista en dos puntos porcentuales.
Concretamente y según aseguró después Soraya Sáenz de Santamaría el dato del déficit era mucho mayor de lo que esperaban - entorno al 8%- lo que les vio obligados a realizar estos ajustes. Entre las medidas que "no habría querido adoptar" este Gobierno, destacó la portavoz gubernamental, se incluía no conceder más ayudas a la emancipación de los jóvenes.


Sin embargo la medida que más expectación despertó en la ciudadanía fue la imposición de un nuevo gravamen (subida "temporal" de impuestos) con carácter progresivo para los próximos dos años. Además Sáenz de Santamaría también anunciaba que el Gobierno pasaría a adelgazar el organigrama de las administraciones con la supresión de 30 direcciones generales (pretendiendo ahorrar más de un 18% del gasto de estos organismos). Estas ayudas se recortarían un 20% con cargo a los Presupuestos Generales del Estado (PGE), lo que supondrá un ahorro de 55 millones de euros en el caso de las patronales y sindicatos y 29,68 millones más en el caso de las formaciones políticas.


Las múltiples reacciones a este paquete de ajustes no tardaron en llegar. La primera de ellas ocupaba la portada de la web del Partido Socialista en la mañana del 13 de febrero, quien no quería olvidarse de hacer oposición y llevó a cabo su campaña ante las primeras decisiones tomadas por el Gobierno de Rajoy PP. Se trataba de un vídeo de apenas un minuto de duración bajo el nombre de “¿Dónde dije Diego, digo..impuestos en el que reproducían decenas de declaraciones del máximo dirigente del PP asegurando que nunca subiría impuestos. En él también se incluían manifestaciones de la secretaria general popular, María Dolores de Cospedal en las que literalmente recogía que "nunca, nunca, nunca se había salido de una crisis subiendo los impuestos".

Ante esta publicación y el movimiento provocado en las diferentes redes sociales el Gobierno de Rajoy no quiso pasar desapercibido y horas más tarde publicaba en su página web la réplica al vídeo del PSOE, esta vez bajo el título de "El déficit del PSOE: Donde dije 6, digo 8".


El argumento que presenta no era otro que el que una y otra vez había presentado el PP: si se han subido los impuestos no es porque haya cambiado de opinión, si no por que tras su llegada al poder, el Ejecutivo se había encontrado con un déficit del 8% y no del 6%, como había asegurado en anteriores ocasiones Rodríguez Zapatero.


La pieza audiovisual elaborada por el PP comenzaba con una frase de Rajoy cuando aún era líder de la oposición, señalando que "lo primero que tiene que hacer el Gobierno es decir la verdad". En el vídeo se podía ver a la entonces vicepresidenta económica del Gobierno, Elena Salgado, o al ex portavoz del Ejecutivo, José Blanco, repetir que España cumpliría el objetivo de déficit. Además el ex ministro de Trabajo Valeriano Gómez defendía que la Seguridad Social tendría superávit, cuando las cuentas finales han desvelado un ligero déficit.

Estaba claro que la situación económica de España era complicada, pero mientras ambos partidos se enfrentaban en una guerra de vídeos, la situación de los españoles no mejoraba demasiado; los puestos de trabajo seguían desapareciendo y la gente se seguía quedando en la calle. De hecho si hacemos nos paramos a ver los resultados de la EPA (Encuesta de Población activa), nos encontraremos con los siguientes datos: El año 2011 terminó con más de 5,2 millones de parados y 295.300 personas se quedaron sin empleo en el cuarto trimestre. Lo que significa que nos encontramos con una tasa de paro del 22,85%, con un total de 5.273.600 personas en la calle. El número de hogares con todos sus activos en paro llega hasta los 1.575.000, 149.800 más que en el trimestre anterior, mientras que aquellos en los que todos sus integrantes están ocupados bajó en 212.300, hasta los 8.846.100.


Con el único objetivo de acatar la crisis tras el primer paquete de medidas elaborado por Rajoy ya no quedaba otra cosa que la tan esperada Reforma Laboral. Así la ministra de Trabajo, Fátima Báñez, comparecía el pasado jueves para explicar las claves del Real Decreto Ley de la reforma laboral aprobado por el Gobierno en el Consejo de Ministros. Las principales claves del texto son las siguientes:


1. Se reducirá el despido improcedente a 33 días y 24 mensualidades
El despido improcedente de los trabajadores fijos se reducirá de 45 días a 33 días por año trabajado y un máximo de 24 mensualidades. Para los trabajadores que tengan en la actualidad un contrato que estipule una indemnización de 45 días, la ministra ha matizado que "se respetarán los derechos adquiridos de todos los trabajadores".


Según el comunicado del Ejecutivo, los trabajadores con contratos de 45 días por año trabajado mantendrán esta indemnización para el tiempo transcurrido hasta la publicación en el BOE del decreto, pero a partir de entonces, la indemnización que empiecen a acumular será de 33 días por año. No obstante, la indemnización máxima para aquellos que tengan en la actualidad un contrato de 45 días por año trabajado, conservarán el tope máximo en 42 mensualidades (no 24).


2. Despido por causas económicas sin necesidad de pérdidas: a 20 días por año
Constituiría el punto más novedoso de la reforma, al facilitar el despido por causas económicas. El Gobierno ha clarificado en esta reforma las características para que las empresas puedan acogerse a despidos objetivos por causas económicas (20 días por año trabajado). Así, se entenderán por causas económicas cuando de los resultados de la empresa se desprenda una situación económica negativa, como la existencia de pérdidas actuales o previstas o la disminución persistente de su nivel de ingresos o ventas, entendiendo por 'persistente' si se produce durante tres trimestres consecutivos Bañez ha asegurado que para acogerse a este despido se requiere el visto bueno judicial.


3. Lucha contra el paro juvenil
La reforma constata la posibilidad de capitalizar el 100% de la prestación por desempleo para aquellos jóvenes de hasta 30 años y mujeres de hasta 35 años que inicien una actividad como trabajadores autónomos. También habrá un contrato para la formación y el aprendizaje, en el que se amplía la edad máxima de 30 años para acceder a este tipo de contratación hasta que la tasa de desempleo baje del 15%, entonces bajará hasta los 25 años. Se fomentará la contratación indefinida de jóvenes y de parados de larga duración con bonificaciones de hasta 4.500 euros.


4. Contrato para emprendedores y formación 
Creación de un contrato indefinido para emprendedores, empresas de menos de 50 trabajadores, que incluye una deducción de 3.000 euros para el primer trabajador menor de 30 años, que esté en desempleo. Así, el empleado podrá cobrar durante un tiempo un 25% de la prestación de la prestación de paro y el empleador deducirse el 50% del coste para la empresa. En cuanto a la formación, la reforma incluye el derecho a 20 horas de formación anuales pagadas por su empresa (copia del modelo alemán) y abre una cuenta de formación que recogerá la recibida por el trabajador a lo largo de su vida laboral.


5. Limitación de la indemnización de los directivos de la banca
La reforma también incluye una limitación a los directivos de banca. De este modo, el directivo que tenga que ser sancionado por su gestión en una entidad financiera no tendrá derecho a indemnización. La vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, también explicó que se fijará un límite de dos años cuando sí exista indemnización por cese de actividad o bien no se podrá duplicar los topes aprobados la semana pasada en el marco de la reforma financiera, que limitaba a 600.000 euros el sueldo de la cúpula en las entidades que han recibido ayudas públicas y a 300.000 euros en las que han sido intervenidas por el Estado.


6. Limitación a 7 días de la indemnización de directivos de empresas públicas
Los directivos de empresas públicas que cesen y se reincorporen a su puesto anterior en la Administración no tendrán indemnización por despido. El resto de los directivos de empresas públicas que sean cesados cobrarán una indemnización por despido de 7 días por año trabajado con un límite de seis mensualidades.


7. Vuelve a prohibirse la encadenación de contratos temporales sin límite.
El Gobierno ha restablecido la prohibición de encadenar los contratos temporales a partir del 31 de diciembre de 2012. El Gobierno anterior, había aprobado, de manera temporal y hasta el 1 de enero de 2013, que esos encadenamientos pudieran superar esos 24 meses.


8. Adiós a la ultraactividad en los convenios y a los permisos para ERE
La prórroga máxima de los convenios colectivos vencidos será de dos años, con lo que se pone límite a la denominada "ultraactividad" que permitía el alargamiento prácticamente indefinido de los convenios. También se introduce la prioridad de los convenios de empresa independientemente de lo que se pacte en convenios de nivel superior, con la intención de facilitar la flexibilidad interna de las empresas (se facilita la modificación de la jornada de trabajo, el horario, el salario y sistema de rendimiento, entre otros) y evitar que el despido sea el último recurso al que tenga que recurrir un empresario en caso de circunstancias difíciles. Además, las empresas en dificultades también podrán descolgarse (no aplicar el convenio pactado con las partes). En los casos de expedientes de regulación de empleo (ERE) se eliminará la autorización administrativa previa.


9. ETT
Otra de las medidas que incluirá la reforma laboral es la colaboración que tendrán las agencias de trabajo temporal con los servicios públicos de empleo en la colocación de trabajadores ya que, según Báñez, el INEM sólo colocaba un 3% de los desempleados. Además, la ministra de Empleo anunció que el Gobierno regulará el teletrabajo por primera vez. De este modo, se garantizará el derecho a una retribución equivalente a los que trabajan de forma presencial en el centro de trabajo y a ser informados de las vacantes en puestos presenciales existentes.


10. Lucha contra el fraude y absentismo 
Por último el gobierno impulsará que los desempleados que estén cobrando la prestación realicen servicios de interés general en beneficio de la comunidad a través de convenios de colaboración con las Administraciones Públicas. Respecto al absentismo, el nuevo marco eliminará la vinculación del grado de absentismo del trabajador y la plantilla para justificar el absentismo como causa de despido. A partir de ahora sólo se tendrá en cuenta el absentismo del trabajador. 

                                                                                        ...Ahora solo queda esperar.
                                                                                            LETICIA FONTÁN GUIJARRO




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