La empresa estadounidense General Motors amenaza con interceder en la venta de su antigua filial Saab a dos empresas chinas aludiendo intereses de información tecnológica reservada.
Estados Unidos y China consolidan, a pesar de las aparentes diferencias, una de las relaciones económicas más estables del panorama financiero. La razón es simple, la primera y segunda economía mundial, respectivamente, después de que China desbancara a Japón por el terremoto, son interdependientes. Sin embargo, la venta de Saab le puede suponer a la empresa estadounidense un disgusto. Los grupos chinos Pang Da y Youngman firmaron a finales de octubre un acuerdo para comprar la filial por 100 millones de euros, en la actualidad, en manos de Swedish Automobile.
Estados Unidos y China consolidan, a pesar de las aparentes diferencias, una de las relaciones económicas más estables del panorama financiero. La razón es simple, la primera y segunda economía mundial, respectivamente, después de que China desbancara a Japón por el terremoto, son interdependientes. Sin embargo, la venta de Saab le puede suponer a la empresa estadounidense un disgusto. Los grupos chinos Pang Da y Youngman firmaron a finales de octubre un acuerdo para comprar la filial por 100 millones de euros, en la actualidad, en manos de Swedish Automobile.
La multinacional norteamericana ha difundido un comunicado en el cual asegura que “no apoyará un cambio en la propiedad Saab que pudiera impactar negativamente en las relaciones de General Motors en China o afectar de forma adversa los intereses de General Motors en todo el mundo”. Todo indica, por tanto, que los motivos de fondo se deben a la desconfianza sobre como puede utilizar o aprovechar la información tecnológica reservada las dos compañías del gigante asiático.
Dimas Herrera
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